Boracay era un destino turístico de Filipinas similar a nuestro Magaluf, pero peor. A las hordas de turistas que buscaban alcohol y sexo, se unía un caótico desarrollo urbanístico y una fuerte contaminación de la playa, considerada por algunos como la mejor del mundo.
El presidente de esa república la calificó de cloaca , prometiendo y llevando a cabo su reconversión.
Para ello, la cerró durante 8 meses en los que se construyeron nuevas carreteras y red de alcantarillado, derribó todos los locales ilegales ( la mayoría ), ha limitado el número de turistas, prohibido fumar y beber en la playa, así como la venta ambulante y por último, ha subido los impuestos.
Se buscaba convertir Boracay en un destino turístico sostenible y dirigido a un segmento con mayor poder adquisitivo.
Tras su reapertura, el paisaje urbano parece idílico, la playa está radiante, la prostitución no es tan visible y empiezan a llegar los nuevos turistas chinos y coreanos.
Hasta aquí la descripción de en qué ha consistido la reconversión de un destino turístico consolidado y que atraía a millones de turistas cada año. Tengo que decir, que no pretendo hacer una defensa de la gestión del sr. Duterte o valorar si ha sido acertado como se ha realizado, o si se han obtenido los resultados esperados. Lo que me ha llamado la atención son las enseñanzas que este proceso puede aportarnos a los directivos cuando nuestras empresas se encuentran en dificultades
¿Cuántos de nosotros no hemos sabido reaccionar cuando la situación requería un cambio profundo?.
Sin embargo, este proceso se realizó de una manera diferente a como muchos reaccionamos y nos proporciona las siguientes enseñanzas:
- Un buen diagnóstico, que aquí estaba claro. Sin dulcificar, ni justificar la situación
- Una buena planificación y establecimiento de objetivos, que ha permitido que se haya llevado a cabo en sólo 8 meses
- Seguramente habrá habido protestas colectivas e individuales, y posiblemente justificadas, pero se siguió adelante con firmeza, anteponiendo el bien común. No entramos a discutir cómo se trató a esos perjudicados, pero en el ámbito de la empresa es ineludible hacerlo de la mejor manera posible y respetando sus derechos, pero hacerlo.
- Sacudirse prejuicios y un posicionamiento muy consolidado. En algunas ocasiones la imagen y la cultura son un lastre. Una cadena de grandes almacenes española no cierra sus centros deficitarios porque considera que sería una pérdida de imagen.
- Asumir riesgos. Este centro turístico generaba miles de millones de dólares. No se trata de lanzarnos a una restructuración desenfrenada. Tenemos que analizar qué puede ir mal, y cómo podríamos evitarlo o mitigarlo.
- Muchas veces no hay soluciones parciales, hay que llegar hasta el fondo y destruir para volver a crear.
Espero que os haya sido útil. En mi página web podéis encontrar más artículos de gestión empresarial. Gracias y un saludo